Inquietante, divertida y absurda… Así podríamos definir la obra de este fantástico fotógrafo yugoslavo. Sus manipulaciones son asombrosas y siempre consigue arrancar una sonrisa gracias a las historias que cuenta.
Autodidacta, Ljubodrag Andric consiguió su primer trabajo pagado como fotógrafo a los 21 años. Desde entonces, nunca ha dado marcha atrás.
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